Un reciente estudio demuestra que la mejor forma de conservar un corazón sano y fuerte es dormir de seis a 8 horas. Destaca que esta investigación contó con el análisis de un millón de personas que no presentaron ningún tipo de afección cardiaca y cuyos hábitos de vida incluían el dormir el tiempo reglamentario.
Entre un 11% y 13% de personas que dormían menos de las 8 horas, especialistas observaron que a estos se les incrementaba el riesgo de desarrollar afecciones del corazón o accidentes cerebrovasculares.
Las impactantes conclusiones de este estudio que engloba un total de 11 investigaciones que se desarrollaron a lo largo de 5 años, fueron presentadas en el evento de la Sociedad Europea de Cardiología en Alemania, en esta fase inicial se recogen diversas propuestas para dar a conocer lo más relevante en publicaciones científicas.
No dormir altera procesos biológicos
Según las apreciaciones del autor de este estudio y vocero del Centro Quirúrgico de Atenas el doctor Epameinondas Fountas, aunque el ser humano pasa un tercio de su vida durmiendo, hasta la fecha no se había analizado el impacto biológico que esto trae al organismo, por lo general deben dormirse de seis a 8 horas para proteger al organismo, y en horarios que permitan la regeneración celular que sólo es posible, en las noches.
Afirma que dormir muy poco o demasiado afecta el corazón, además incide en una serie de procesos biológicos como el metabolismo de la glucosa y produce cambios en la presión arterial, lo que toca de manera directa al corazón, causando efectos nocivos.
Sólo se sabía que afectaba la coordinación y la capacidad de concentración, pero sus efectos van más allá de lo físico, y puede desbalancear el organismo en su totalidad.
Afirma la importancia de generar hábitos saludables para evitar las enfermedades cardiacas, entre ellas acostarse y levantarse siempre a la misma hora, relajarse antes de dormir y evitar la ingesta de café y alcohol que pueden entorpecer el sueño reparador que tanto se desea para preservar una buena salud.
A estos hábitos se debe sumar el ejercicio físico, la alimentición equilibrada y baja en grasas.