A fin de terminar con la mercantilización del cuerpo de la mujer, docenas de actrices fundaron La Colectiva, promoviendo el #NoEsNo. Una marca comercial registrada por Adrián Suar, quien también es dueño y tiene todos los derechos mercantiles de la palabra “Femicidios”, y que apuesta a su próximo éxito en la pantalla chica, una serie sobre mujeres asesinadas.
Una marca registrada permite que una persona tenga derechos exclusivos para asociar una palabra o frase a su producto, quedando habilitado para impedir legalmente que terceros, sin autorización, comercialicen productos idénticos con la misma marca o utilizando una denominación tan similar que pueda crear confusión.
De acuerdo al INPI, en Argentina la palabra “Femicidios” y la frase “No es No” son propiedad intelectual, comercial y exclusiva de la empresa Pol-Ka Producciones SA, de Adrián Kirzner Schwartz, el ciudadano norteamericano más conocido como Adrián Suar.
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El valor de las marcas de Adrián Suar
El valor de la marca de Adrián Suar aumenta mientras el hastag #NoEsNo se multiplica de la mano de su exmujer Griselda Siciliani y de un nutrido grupo de actrices que son parte del staff recurrente de Pol-Ka Producciones.
Teniendo a su reparto constituido como punta de lanza de la lucha feminista, Adrián Suar prepara a toda marcha la nueva serie que se estrenará en breve por la pantalla de El Trece bajo el nombre Femicidios, porque al fin y al cabo, todo, absolutamente todo, es un gran negocio.
Las actrices aseguraron que en la industria del entretenimiento “la opresión y la cosificación son moneda corriente“. Llama la atención que, a pesar de ser tantas y haber sufrido la opresión de un mundo tan prepotente, la única denuncia que realizaron verse sobre un evento sucedido hace una década y en un programa de otra productora, de modo tal que Pol-Ka se mantenga inmaculada.
La propiedad comercial de Pol-Ka sobre los hashtags de La Colectiva de sus empleadas, la falta de denuncias contra esa productora, y el inminente lanzamiento comercial de una tira sobre Femicidios, palabra patentada por Adrián Suar, genera una zona de militancia gris, en la que el feminismo aparece como una publicidad no tradicional, o sea, en una nueva manera de generar lucro comercial con el cuerpo de las mujeres.